miércoles, 27 de mayo de 2020

Tecnologización de las empresas



El término tecnologización se refiere a la acción o efecto de tecnologizar o aplicar la tecnología de una manera adecuada dentro de un entorno que, en este caso, es una empresa.


La tecnologización no es solo un concepto que cada día va tomando fuerza, sino que teorías completas y proyecciones realizadas por “gurus” de diferentes materias a nivel global, hablan sobre la aplicación de la tecnología como una necesidad y un destino inevitable.


Pero, las preguntas radican en ¿Cómo puedo tecnologizar mi negocio?, ¿Qué tan importante es invertir en tecnología? Y ¿Cuáles son los pasos que debemos dar para tomar decisiones de forma coherente y estratégica?


Cuando hablamos de tecnología debemos hablar en términos de dos grandes grupos: El software, que está ligado directamente con la informática, y el hardware que es pieza clave de la robótica.


Un software puede ser un programa tan simple que se encarga de almacenar información en un disco duro, o un sistema de inteligencia artificial (AI) que permite proyectar el consumo en sociedades completas o segmentos de mercado por medio de el “Data Analisys”. Por otro lado, el hardware se refiere a cualquier estructura física tecnológica, como una pantalla LCD que proyecta una publicidad o un robot poliarticulado que permite ensamblar vehículos, motocicletas e incluso aviones.


Para simplificar los conceptos y utilizar términos mas apropiados para la actualidad, nos referimos a estas dos áreas, software y hardward, como Informática y robótica.

Partiendo de estos principios se nos hace mucho más sencillo imaginar que clase de tecnología sería importante introducir a nuestras empresas. Por ejemplo, si tenemos una empresa B2B o de servicios, y desde hace algún tiempo nos damos cuenta de que tenemos problemas de fidelización, es importante implementar un software CRM con capacidades hechas a la medida de mi empresa. Si trabajamos en una empresa de servicios bancarios y queremos medir emocionalmente a nuestros clientes cuando acuden a nuestras oficinas, podemos utilizar un software de reconocimiento facial para las cámaras de nuestras agencias, que nos permita detectar cual fue el estado de ánimo de los mismos por mediciones referenciales de su gestualidad. O si, por ejemplo, estamos en la agricultura podemos automatizar el riego, la siembra y la cosecha.


Lo que debemos tener muy claro, es que cualquier proceso de tecnologización debe estar fundamentado en la ética y en los intereses de la sociedad, no podemos atentar contra nuestros semejantes para solo agregar valor a intereses de unos pocos. Si nos basamos en esto, la tecnologización perdurará y aportará a toda la cadena de valor de nuestra empresa.


Invertir en tecnología es una necesidad cada vez mas evidente, empezar lo antes posible nos adaptará a los cambios con anterioridad y hará que la adaptación en el futuro sea menos frustrante. Nos queda claro a todos que las empresas que no se ajusten al modelo de Industrias 4.0 no perdurarán en el tiempo.


La aplicación de la tecnología debe ser sistemática, debe empezar desde lo básico y ganar complejidad con el tiempo. Si nuestros colaboradores tienen computadores lentos, acceso a internet limitado e incluso dispositivos obsoletos, entonces no sirve de nada intentar implementar softwares complejos. Si no capacitamos a nuestros colaboradores en el uso de herramientas básicas, no podemos pretender que adopten un nuevo sistema de la noche a la mañana. Hay que tener muy claro que una de las principales razones para que un proceso de tecnologización fracase es el analfabetismo digital que pueden tener quienes van a usar la tecnología.


La tecnología puede estar enfocada tanto para procesos internos, gestión de datos, comunicación con los diferentes stakeholders, logística, manufactura, control, etc.

La aplicación de la tecnología es infinita, la podemos utilizar para todo, y su constante innovación hace que no haya una limite en las mejoras que se pueden ir haciendo.


La tecnología es el futuro, y el futuro es ahora.




Sacha Rozenstark