domingo, 3 de diciembre de 2017

De la reacción a la acción






No podemos absorber las situaciones  que vivimos  y los nuevos estímulos de forma totalmente pura, a menos que nos enfrentemos con algo absolutamente desconocido y totalmente de sorpresa.
Todas las situaciones diarias están sentidas de acuerdo a nuestros prejuicios, criterios guiados por nuestra perspectiva de ver cada elemento de la experiencia, así perdemos la capacidad de absorber todas las relatividades y nos sometemos solo a una realidad ficticia.
De esta manera los momentos que vivimos no son "vividos" realmente como son, sino que están ajustados a una condición basada en el criterio con el que nosotros interpretamos los estímulos; y la experiencia se distorsionada desde la mente.
Esto no es algo malo, al contrario, constituye un mecanismo de defensa que guía el comportamiento, nos defiende de situaciones que bulneren nuestra integridad, nos ayuda a tomar decisiones, nos mantiene en un camino de acuerdo a nuestros objetivos.  ¿Cuál es mi objetivo? ¿Cuál es el tuyo? ¿Cuántos realmente nos hemos puesto a pensar sobre esto de manera no sólo de análisis y critica, sino con el propósito de encontrar un objetivo, y poder expresarlo con el lenguaje? ¿Cuántos vivimos bajo ese objetivo?

Y ¿por qué tener un objetivo?

Hay que desconectar el instinto del manejo de las decisiones.
Los instintos no son las emociones. Un insisto nace desde el cuerpo, es una necesidad mas oculta que la inconciente, que busca atender los principios básicos de supervivencia, empuja al "ser" de forma impulsiva a actuar en pro de conservar su cuerpo en existencia.
Una emoción es mas compleja, nace desde la mente, es una sensación expresada en pensamiento casi irracional, empujada por la identidad del individuo, por sus raices, por sus inseguridades y seguridades. Ninguna emoción se siente igual en un individuo o en otro, ni impulsa de forma idéntica el actuar de una persona. Accionar sobre las emociones convierte a una mente común en una mente creadora.
La evolución de una emoción es un sentimiento, es la racionalización de una sensación ferviente que nace de nuestro ser, y que con la intervención de los pensamientos toma forma, crea ilusiones, atrae mayor numero de emociones, proyecta al hombre, lo inspira o abruma, lo motiva o deprime, lo enaltece o empequeñece. Elegir correctamente que sentimientos alimentar promete estabilidad emocional y realización.

El instinto solo debe controlar nuestros signos vitales, pero no debe influir mayormente en ninguno de nuestros actos. Mientras más se practica este hábito, van creciendo el número de actos que pasan de ser involuntarios a voluntarios, así nos adaptamos a las situaciones con mayor inteligencia analítica, y adquirimos un mejor manejo de pensamientos, prejuicios, decisiones, reacciones, acciones.

 Dejamos de tener una vida de reacción y empezamos a tener una de acción.

¿Acción? Accionar, ejecutar, realizar, persuadir, persistir, luchar, lograr, decidir, elegir. Quizá faltan las palabras para describir todo lo que engloba dejar una vida de reacción y sumergirse en una guiada por la acción.

Sobran los seres que reaccionan, reaccionan al entorno, a lo que creen que son, a lo que creen que se espera que sean, que reaccionan al amor, a las dudas, a los miedos. Que reaccionan a las órdenes, y no necesariamente a las órdenes de quienes accionan, sino de otros que también experimentan el tiempo de vida que tienen sin decidir lo que hacen, sino respondiendo a las cosas que les suceden día tras día. La reacción no es un problema, el problema es su resultado. Pasa el tiempo. Cada minuto que pasa es un minuto menos que pasaremos, y vivimos a la espera, a la espera del estímulo que nos haga reaccionar, sin pensar que eso sólo nos lleva, en una corriente, que no conduce a nada más allá que la supervivencia, que el confort, que la vida sin propósito, sin creación, sin retos, o por lo menos sin los retos que elegimos encarar.

Quién acciona fabrica su camino, decide su destino. ¿Destino? Algo catalogado como camino irrenunciable, el cual estamos designados a vivir. ¿Y si mi destino es fabricar ese camino? Crear cada paso que doy, desde el movimiento hasta la dirección, desde el olor hasta el color, desde la emoción hasta la acción. ¿No sería mas interesante para la existencia tener la osadía de tener propósito?

Proposito: es el valor de concebir y buscar metas valiosas sin dejarse inhibir por la derrota de fantasias actuales o pasadas, la culpa o el temor. Es la capacidad humana de utilizar su mente en un ideal mayor que el de esperar la necesidad. Es el buscar y lograr, crear, actuar, dar. Soñar y realizar.

Al final la única persona que va a vivir mi destino soy yo misma.